viernes, 16 de noviembre de 2007

Violencia en los hogares de menores


Se da bastante a menudo, sobre todo en hogares donde conviven adolescentes que han sufrido una serie de circunstancias especialmente desfavorables. Comienzan a cuestionar la autoridad del adulto, dirigen su contrariedad a quien tienen más cerca, a personas que les marcan normas de actuación dentro y fuera de los hogares.

Este marco puede desencadenar situaciones de agresión por parte de los menores hacia sus educadores. Veamos cómo podemos minimizar el problema e incluso, llegar a evitarlo.

Si queremos canalizar esa energía hacia otros derroteros, sería bueno instaurar una serie de valores básicos para una buena convivencia en sociedad. Los menores no cuentan con la familia en un grado suficiente como para dar estos valores por integrados: respeto hacia cualquier forma de vida, interés por lo social, ver la igualdad de todos los seres humanos y no marginar a nadie por ningún motivo, cuidar el medio-ambiente…

Poco a poco, el adulto tiene que ir dotando al menor de las suficientes habilidades sociales, adecuadamente trabajadas y practicadas a diario, para que la violencia no sea una opción válida.

Algo a poner en práctica es el diálogo con los niños, pero no una conversación siempre dirigida a obligarles a hacer algo o reprenderles, sino una comunicación fluida y enriquecedora en todo momento. Ser comprensivos con ellos, hacerles ver que no se es enemigo, sino colaborador.

Si pasamos tiempo con los menores, disfrutando de la compañía mutua y desarrollamos un clima de entendimiento e interés real, nos será más fácil “controlar” e incluso evitar los arranques de violencia que puedan tener.

El adulto no puede ni debe devolver violencia en estos casos, sino tratar de rebajar la tensión y servir como modelo de asertividad. Debemos, como educadores ser cariñosos y tolerantes con ellos, sobre todo disfrutar del tiempo que pasamos juntos… al fin y al cabo, es todo lo que nos vamos a llevar.

Fundamental también es saber practicar una retención al menor, evitando así que nos haga daño si la situación se nos va de las manos.

Sonia Rizo

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